La XV edición del festival de blues de Lucerna con un cartel, otro año más, de gran nivel, nos ha dejado momentos estelares así como dos cambios de última hora, el del guitarrista establecido en Nueva Orleans, Bryan Lee, y que prometía ser una de las presencias más significativas y el del tejano Holland K. Smith, ambos reemplazados por el joven guitarrista canadiense JW-Jones y su Blues Band. No es fácil resaltar unos conciertos por encima de otros porque siempre estará presente la subjetividad del que escribe pero, en mi opinión, lucen por sí mismos los de Mark Hummel, Marcia Ball, Tomcat Courtney así como el del sonido más downhome del dúo que abrió el jueves el festival, Dave Riley y Bob Corritore con un paseo por gran parte del repertorio de sus dos discos publicados “Travellin’ The Dirt Road” y “Lucky To Be Living”.Emotivo el homenaje que Riley le rindió, ojos humedecidos, a su viejo colega Sam Carr, interpretando “Jelly Roll King”, siempre bien acompañado por un armonicista tan versátil como Corritore. Mark Hummel con The Blues Survivors y Rusty Zinn nos dejó una excepcional muestra de su maestría con la armónica, diatónica y cromática, un músico que ha creado un estilo propio con sus admiradas reminiscencias del Chicago blues y que además se defiende estupendamente con la voz. Preciosa la versión del “Summertime” en recuerdo de cuando la grabó con Charles Brown o “The Creeper Returns”. Rusty Zinn grande en su estilo, sobrio con la guitarra e interpretando dos temas como solista, uno de ellos “How Much More” de J.B. Lenoir. Otra de las grandes atracciones eran Lurrie Bell y Eddie Shaw. Quizás yo esperaba más de su repertorio, máxime cuando Lurrie editó hace dos años su último disco “Let’s Talk About Love” con muy buenos temas y muy originales. Sin embargo, escuchar “Five Long Years”, “Cold Cold Feeling”, “Everyday I Have The Blues” o “Hoochie Coochie Man” y cerrar con el “Mojo Workin’” me parece un poco pobre para unos músicos del talento de Lurrie Bell y Eddie Shaw, que musicalmente brillaron a una gran altura junto con Melvin Smith al bajo, un teclista cuyo nombre no logro recordar y el pluriempleado de la batería en el blues, Kenny “Beedy Eyes” Smith. B.B. and The Blues Shacks estuvieron en la tónica habitual de sus últimos conciertos, con la guitarra de Andreas Arlt más interesante en los momentos de interpretar jump-blues, aunque últimamente esta banda alemana se inclina mucho por el rock & roll y olvidan quizás sus orígenes con más swing. Así fue que tuvieron como artistas invitados durante tres canciones a un trío de cantantes masculinos para ofrecer un pase lleno de ritmo y diversión, sin más pretensiones.

El viernes abría el melón Eugene “Hideaway” Bridges y lo desgajó magníficamente. Eugene Bridges es un músico muy polifacético con una gran voz y una potencia y frescura en su música que no es habitual encontrar en el circuito. Su música abarca todos los palos con muchas baladas soul algunas interpretadas sin el resto de la banda pero con una fuerza inaudita, pues no olvida sus primeras influencias como la de Sam Cooke. Contó que celebraba 43 años tocando la guitarra y caldeó el ambiente entregándose en cada tema como “Real Hero” o “How Can I Win” y cerrando con dos bises, uno en solitario y el otro con un ritmo funky que nos dejó los ánimos encendidos para presenciar la siguiente actuación de Mud Morganfield, acompañado del veterano y experimentado guitarrista Rick Kreher, miembro de la última banda de Muddy Waters, Greg “E.G.” McDaniel al bajo, Kenny Beedy Eyes Smith y Joe Nosek a la armónica, más un jovencito de 17 años a las teclas. El repertorio prácticamente Muddy Waters, “Walkin’ Thru The Park”, “Can’t Get No Grindin’”, “I’m Ready”, “Hoochie Coochie Man”, “Mannish Boy”, y en la repetición más de lo mismo. Muddy solo ha habido uno y es un poco triste pensar que su primer hijo se vaya a dedicar únicamente a hacer shows de este tipo cuando también tiene un disco autoproducido el año pasado “Fall Waters Fall”, más diverso y con temas propios. Este año, la representante del soul seleccionada fue la nativa de Jackson, Mississippi, Dorothy Moore. Con una voz que no es de “shouter”, un poco áspera, sencilla y sin esforzar, completó una selección de canciones de soul, gospel y baladas haciendo al final un guiño al respetable cogiendo la armónica para hacer de Jimmy Reed en “You Got Me Running”. JW-Jones tiene publicados cinco discos y siempre rodeado de grandes invitados llámense Kim Wilson, David “Fatehead” Newman o Junior Watson. La blues band con la que actuó es la de su último trabajo “Bluelisted”, Martin Regimbald al bajo, Jesse Whiteley al teclado y Jeff Asselin a la batería. En mi opinión, JW Jones alarga algunos temas innecesariamente y no resulta y puede llegar a cansar en algún momento. En la actuación del viernes salió en un par de temas de invitado el noruego J.T. Lauritzen y en ambos shows dieron colorido a su actuación repitiendo un intercambio de instrumentos entre los cuatro miembros del grupo.

El sábado era el día del ramalazo Texas – Louisiana que al final no pudo ser por la ausencia de Holland K. Smith. Tomcat Courtney es un tejano establecido en California y que con 78 años ha grabado su primer disco. Es digno de elogio en estos tres últimos festivales el haber traído a tres músicos muy veteranos y tal vez desconocidos para gran parte del aficionado al blues. El año pasado fue Little Freddie King y en 2007 Big Pete Pearson acompañado de la Rhythm Room All Star y fueron prácticamente éstos mismos músicos los que aterrizaron este año con Tomcat Courtney. Parte de su repertorio está seleccionado de su disco “Downsville Blues” y comenzó solo, sentado, cantando y tocando la guitarra, muy al estilo Lightnin Hopkins o incluso Lil’ Son Jackson cuando interpretó “Rockin’ & Rollin’” (que es el Rock Me Baby). También utilizó la slide en algunas canciones y hasta le perdoné ¡¡otra versión!! del “Hoochie Coochie Man” y el bis con “Dust My Broom”. Marcia Ball fue otro de los grandes atractivos del festival. La banda que llevaba era excelente destacando principalmente el guitarrista Mike Schermer y, sin lugar a dudas, Thad Scott al saxo que hizo que el público le jaleara en cada intervención, sin obviar a Don Bennett al bajo y Corey Keller a los tambores. La tradición del piano de Nueva Orleans del Professor Longhair o Allen Toussaint está presente en la música de esta nativa de Texas, así como el rhythm & blues y toda la variedad de estilos de Louisiana, que fue donde se crió. El final del espectáculo fue un boogie con “Mardi Grass In New Orleans” como bis.

El broche del festival, como todos los años, es con un intérprete de zydeco y en esta ocasión el elegido fue C. J. Chenier quien, con su Red Hot Louisiana Band en la que figuraba un gran solista de la “washboard”, se marcó un repertorio de hacer bailar y disfrutar sin parar, con temas como “Don’t Mess With My Tutu” o incluso “Choo Choo Boggie”, “Baby Please Don’t Go” y “Jambalaya”. Un glorioso cierre para una edición sobresaliente.