El bueno de Johnny Copeland vió la luz por primera vez el 27 de Marzo de 1937 en Haynesville, Louisiana, aunque otros autores situan su nacimiento un año mas tarde en otra ciudad del estado, llamada Homer. Como otros muchos bluesmen de su generación, creció en el seno de una familia de granjeros en la que la pobreza y la necesidad, se hallaban instaladas de forma casi contínua, como dos miembros más de la misma.
Siendo todavía un niño de pecho, su padre les abandona y esto condiciona el traslado de la familia a la población de Magnolia, en el vecino estado de Arkansas, donde vivirán hasta que el pequeño Copeland cumple 12 años y se trasladan nuevamente, esta vez a Texas.
Es curioso cómo su padre, con el que apenas mantuvo contacto en ese periodo, acabó por ejercer una influencia determinante en su futuro, cuando le dió por morirse (poco antes de que marchasen al estado de la estrella solitaria) y le dejó como herencia, una vieja guitarra que será la compañera habitual de Johnny, durante sus primeros años en la ciudad que considerará a partir de entonces como su verdadero hogar: Houston.
Este cambio de situación condicionó las inclinaciones musicales del joven Copeland, que pasó de escuchar a los músicos punteros de la época (T-Bone Walker, Big Joe Turner, Lowell Fulson, Clarence Gatemouth Brown, Ray Charles…) en programas radiofónicos como “Louisiana Hayride”, a encontrarlos actuando casi cada semana en locales de la ciudad como “The El Dorado Ballroom”, “Bronze peacock” o “Shady´s playhouse”… y como es lógico, el bullicioso ambiente musical, pronto lo sedujo.
Probablemente para abstraerse de la miserable situación del ghetto, Johnny se pasaba horas practicando con su guitarra y esto propició que conociera a otro jovenzuelo de su misma edad y parecidas inquietudes musicales: Joe “Guitar” Hughes. Con este compartía el afán de aprender los secretos de la guitarra y la admiración por el Blues urbano de T-Bone Walker (al que ambos idolatraban) y por el estilo down-home de Lightnin´Hopkins. Esta afinidad bastó para que trabasen una amistad que perduró en el tiempo y en cuanto alcanzaron cierto nivel, formaron “The Dukes of Rythm” , grupo con el que comenzaron a frecuentar los clubes de los barrios negros de la ciudad tejana. Inicialmente, Copeland se encargó de la percusión, dejándo la parte guitarrística a Hughes y a un tal Hubert Henderson, con el que finalmente intercambió el puesto, ya que este se manejaba mejor con la batería.
Copeland alternaba la música con diversos oficios (limpiabotas, entre otros) y poco después, con una prometedora carrera pugilistica en la que llegó a ostentar un record nada despreciable de 23 victorias y ninguna derrota. Sin embargo, para él no debía valer el dicho de que “más golpes da el hambre”, porque (para nuestro bien) decidió abandonar el ring y centrarse en su carrera musical, ya que para entonces había alcanzado un nivel guitarrístico suficiente como para actuar con regularidad en el “Shady´s playhouse”, donde acompañó entre otros a Big Mama Thorton, Bobby “Blue” Bland y, cómo no, a su ídolo T-Bone Walker.
A continuación le surge la oportunidad de participar en una gira del cantante Clarence Samuels y en el disco de este titulado “Chicken hearted woman”, que llega a ser un pequeño éxito en el Sur. Gracias a la repercusión de este tema, se le abren las puertas de los estudios de grabación y participa, bien como líder, bien como sideman, en multitud de grabaciones para al menos media docena de sellos (Mercury, Paradise, Longhorn, Home cooking, Golden Eagle…). “Rock & Roll Lily” de 1958, es uno de sus primeros temas con cierta repercusión, aunque un año antes, había presentado a Don Robey del sello Duke, un temazo compuesto a medias con Joe Medwick y titulado “Further on up the road”… Pero la “mala memoria” de Robey hizo que al registrar el tema, “olvidara” citar a estos como autores y este exitoso tema se le atribuyó finalmente a Bobby Bland.
Su repertorio en aquella época, una mezcla de Blues, R&B y Soul, lo hace idóneo para recorrer el Chitlin´Circuit y a ello se dedicará durante gran parte de los 60, grabando esporádicamente para sellos como Atlantic, Rounder, Duke, Mercury, en los que registra varios temas en esta línea, entre los que destaca “Down on bended knees” (Golden Eagle-1962) que con el tiempo, se ha convertido en un clásico del Blues tejano.
Una buena muestra de su obra durante los 60 para Home Cooking (junto con algunos temas en directo de los 80), se puede encontrar en el disco “Johnny “Clyde” Copeland at his best”, editado por Multimedia M.I.L.
A finales de esta década y sobre todo a principios de los 70, el soul está en franco retroceso. Esto le impulsa a reubicarse en un papel de Bluesman más tradicional y graba en Louisiana un album titulado “Johnny Copeland sings the Blues” para el pequeño sello Crazy Cajun.
1975 marca un punto de inflexión en su carrera. La escena bluesera de Houston no es ni mucho menos para tirar cohetes y cuando le surge la oportunidad de trasladarse a New York, no lo duda. Allí pronto se hace un nombre entre el público aficionado al Blues, mayoritariamente blanco, y esto le permite reiniciar una carrera discográfica con Rounder, con quien publicará 7 discos, entre ellos alguno de gran calidad como “Copeland Special” (para muchos su mejor trabajo y ganador del premio W.C. Handy de 1981), “Texas Twister” y “Make my home where I hang my hat”, gracias a los que pronto se convierte en un habitual de las giras internacionales con las que recorre Europa, Australia y Africa.
En 1984, realiza una exitosa gira por 10 países africanos, dentro de un programa del Departamento de Estado norteamericano y queda muy impresionado por la calidad de los intérpretes locales. Así, en 1986 regresa a Costa de Marfil para grabar un disco titulado “Bringing It All Back Home”, donde se entremezclan el Blues y los ritmos del África Occidental.
En 1987 graba junto con Robert Cray y Albert Collins (una de sus mayores influencias) “Showdown!”, con el que ganan el Grammy al mejor album Blues del año y que es uno de los discos claves de la década. Esto supone un espaldarazo definitivo para su reputación como Bluesman, en una época en la que este estilo gana adeptos gracias al efecto SRV y en consecuencia, esto le permite grabar discos como “Flying high” (Verve Records –1992), “Catch Up with the Blues” (Polygram –1994) y “Jungle Swing” (Polygram-1995).
Poco después de finalizar las sesiones de este disco en Enero de 1995, Copeland sufre un ataque al corazón de extrema gravedad, aunque no del todo imprevisible. De hecho, desde finales de los ochenta, tenía claro que su vieja guitarra no era lo único que le había dejado su difunto padre. También había heredado de este una alta predisposición a padecer dolencias cardíacas, que ya le habían hecho pasar por el quirófano en más de una ocasión. Esta vez, la gravedad de su enfermedad a punto estuvo de costarle la vida (de hecho, en Mayo de ese año, estaba prácticamente deshauciado por los médicos del Colombia-Presbyterian Hospital de Nueva York) y sólo una complicada operación en la que se le implantó un dispositivo de bombeo artificial en su ventrículo izquierdo , le permitió sobrevivir.
En los siguientes 12 meses, entro 5 veces más al quirófano, sufriendo incluso una grave infección y la sustitución de la bomba artificial, y demostró una fortaleza extraordinaria que le llevó a batir records de supervivencia con un dispositivo de esta naturaleza.
Sin embargo, estaba claro que sólo un transplante podría solucionar sus problemas cardíacos con ciertas garantías. La angustiosa espera finaliza en enero de 1997, cuando por fin se localiza un corazón compatible y se produce el transplante. De forma increible, sólo 4 meses después, Johnny Copeland esta actuando en la gala de entrega de los WC Handy Awards de ese año.
Pero por desgracia, a finales de Junio ingresa nuevamente en el Colombia-Presbyterian Hospital de Nueva York. Su cuerpo, sometido a innumerables operaciones y tratamientos farmacológicos, rechaza el nuevo corazón y a pesar del esfuerzo del equipo médico que lo atiende, muere finalmente el 3 de Julio de 1997.
La valía y personalidad de Johnny “Clyde” Copeland, puede resumirse en esta frase de su manager Holly Bullamore, pronunciada durante la angustiosa espera del transplante:
“ No consiguen encontrar un corazón lo suficientemente grande para él ”