Queen Sylvia Embry.jpg Una de las mujeres que quizás fue cabeza de puente para la gran generación de blueseras que comenzaron a despuntar a partir de los años 80 y no sólo como cantantes.

Una vez más de la prolífica cantera de Arkansas surgió el blues en forma de mujer. Sylvia Lee Burton, aka Queen Sylvia Embry nació un 14 de junio de hace 65 años y debido a la severidad de su abuela hubo de comenzar con el piano y el gospel, pero Sylvia quería tocar boogie woogie y estaba loca por Chuck Berry y LLoyd Price. Para contentar a la familia llegó incluso a cantar en un grupo de gospel profesional pero a los 19 años le venía ya pequeña Wabbaseka, su ciudad de nacimiento.Y ahora casi mejor dejamos hablar a Sylvia: “Yo siempre quise ser actriz o cantante por lo que me largué a Memphis, pero desgraciadamente me casé y comencé a criar una familia.La verdad que ya no tenía mucha confianza en abandonar todo así que me convertí en una ama de casa tradicional” Sin embargó se divorció y se trasladó a Chicago a principios de los años 60 en donde conoció al guitarrista John Embry con el que se casó y al que intentó que le enseñara a tocar el bajo.

Esto le costó, pues al revés de lo que se podría esperar, no estaba muy por la labor en una sociedad en los años 60 bastante machista. Sylvia, muy obstinada, lo consiguió. Estaba ilusionada con el bajo desde que escuchó “Don’t make me pay for his mistake” de Z. Z. Hill, tema que fue el primero que aprendió a tocar. Tuvo la suerte de conocer a otro Arkansiano, el guitarrista Lefty Dizz, con el que se recorrió todo el Southside de Chicago. Insisto, pero a Sylvia la costó mucho abrirse un hueco en un mundo, no solo musical, dominado por los hombres, y no era Lefty Dizz el problema, lo eran otros compañeros bajistas que la decían “No sabes tocar. Quédate en casa y ten hijos” (literal). Al final acabó separándose de John aunque el sello Razor publicó un single de ambos en 1979, fecha en la que Bruce Iglauer la grabó 4 canciones para su serie Living Chicago Blues (volumen 6 en LP y volumen 4 en CD). Su voz destaca sobre la melodía, sobre los punteos de los dos guitarras que la acompañan, Buddy Scott y Sam Good. “Going Upstairs” es un maravilloso blues de Chicago que Sylvia borda. El cuarto tema tiene tintes muy gospel, “Please let me stay” pero su voz no desfallece en su calidad.

En el año 1982 (década en la que sólo una mujer en Chicago tenía banda propia, Koko Taylor) participó en el American Living Blues Festival y un año después grabó su disco como líder de la banda, “Midnight Baby” con el acompañamiento de otro músico con el que compartió escenario muchas veces, un gran Jimmy Dawkins. Phillip Meeks a la rítmica y Tyrone Centuray batería, completaban el cartel. “Midnight Baby” es un disco totalmente recomendable no solo para los amantes del blues o estudiosos de Jimmy Dawkins, sino para quien quiera ir más allá en descubrir mujeres que han aportado al blues sus ganas, su fuerza y su sentimiento en las dos décadas finales del siglo XX.

En “Midnight Baby”, disco publicado en LP por L+R y en CD por Evidence, a Sylvia se la encuentra libre, alegre tocando el bajo, cantando con potencia y sensibilidad, acompañada de una banda que la ofrece su música sin imponerse en ningún momento, y eso que a la guitarra de Dawkins no la puedes ocultar, uno de los grandes maestros con poca fortuna en el blues y muchísimos buenos discos a sus espaldas. La canción homónima del album, Midnight Baby, comienza con la guitarra típica de Dawkins (si has oído su música sabrás a que me refiero, ese punteo lleno de corazón eléctrico) con la que se explaya y las voces las comparten Jimmy y Sylvia de una manera magistral. Las tres últimas canciones del disco están grabadas con otros músicos como Louisiana Red y Jimmy Rogers, la batería de Charles Otis, la armónica de Carey Bell y el piano del suegro de Carey, Lovie Lee. Tres extraordinarias canciones para finalizar el disco con la voz de Sylvia y su bajo marcando el ritmo. “You Treat Me So Mean” ritmo frenético, “I Love You”, la guitarra de Louisiana Red, la armónica de Carey a fuerza de soplar y la voz de Sylvia te transportan al mundo subterráneo del blues, el blues de garito, y el bajo se escucha en su justa medida.
Al poco tiempo de esto abandonó la música, quizás cansada de pelear por hacerse un hueco en la escena del blues de Chicago. Se refugió en el gospel y en la iglesia. Tuvo 10 hijos, algunos de ellos adoptados, y según estoy acabando de escribir esta reseña, escuchando “Baby, What Do I Do?” el último tema en directo del Midnight Baby, pienso en la gran ingente cantidad de músicos, mujeres u hombres, que tienen en el blues parte de su vida y que nos lo transmiten a los aficionados con tal cariño y sentimiento que nunca estaremos agradecidos por todo lo que nos proporcionan.
En el libro “Black Pearls: The Blues Queens of the 1920’s” Daphne Duvall Harrison dice: “Esto es por lo que las mujeres del blues cantaron. Ma, Bessie, Mamie, Sippie, Clara, Chippie, Sara y muchas más. Ellas sabían que el blues estaba siempre acechando en las sombras, apareciendo para atraparte, liándote cuando tú creías que las cosas iban bien. Así pues, las mujeres cantaban…conjuraban sus malos rollos…”
Queen Sylvia Embry nos dejó, desgraciadamente, en 1992 con pocos blues grabados pero con su memoria siempre entre nosotros y con su “I’m Hurtin’” aún resonando en mis oídos.