Difícilmente haya una medida objetiva de valoración de un bluesman. ¿Quizás su técnica musical? ¿Pudiera ser su azarosa vida? ¿Tal vez por el tremendo sentimiento que transmite? ¿Por su indiscutible influencia en otros músicos? ¿Por haber revolucionado la escena y haberse convertido en un referente? ¿Acaso por tener algo especial y haber vendido muchos discos? Jimmy Reed es junto con B. B. King uno de los artistas más populares del Chicago de la post-guerra y que vendió entre 1956 y 1962 más discos que ningún otro músico de blues, si exceptuamos a King. Y eso que sus actuaciones fueron más frecuentes en el sur que en la ciudad del viento, aunque llegó a ser un ídolo tanto en el norte como en el sur.
Colocó 18 éxitos entre los 20 primeros en las listas del R&B y cautivó tanto a la audiencia negra como a la blanca. Carecía de una poderosa voz, no era un virtuoso ni con la armónica ni con la guitarra y algunos historiadores de esta música afroamericana no vierten precisamente elogios sobre un personaje cuya justa fama de bebedor sin límites le provocaron y acentuaron más aún sus ataques de epilepsia. Sin embargo su estilo monótono, cadencioso, simplista, una voz no bien articulada y descuidada y un ritmo musical letárgico, en gran parte mérito de la guitarra de Eddie Taylor, ha seducido durante generaciones no solo a aficionados sino también a músicos de blues y sus canciones han sido standards de grupos de rock. La armónica de Jimmy Reed gestó el famoso «swamp blues», el blues perezoso de los pantanos de Louisiana. ¿Quién no ha encontrado vestigios de este hombre en el sonido de Slim Harpo o Lazy Lester? Seguro que una buena parte de la gente que le escuchaba se convirtió en músico porque pensaba «¡Eso lo puedo tocar yo!». Lonnie Brooks lo dijo «Eso es lo que le hizo tan popular, todo el mundo podía tocar su música. Es tan simple«. Creo que muy pocos, entre los que me incluyo, podrán negar que han tenido alguno de los temas de Jimmy Reed como referencia durante algún tiempo. Así son las paradojas de la música y así es la realidad.
Mathis James Reed nació el 6 de septiembre de 1925 en una plantación de algodón en Dunleith, Mississippi, aunque algunos sitúan su lugar de nacimiento en Leland que son poblaciones que están muy cercanas. Fue el más pequeño de los diez hijos que tuvo el matrimonio de aparceros Joseph y Virginia Reed, y aprendió a tocar la guitarra cuando tenía diez años. También hizo sus pinitos con la armónica aunque no desarrolló su estilo hasta que llegó a Chicago. De adolescente conoció y se hizo amigo de Eddie Taylor el cual marcaría más adelante su trayectoria musical. De adolescente formó con otros dos amigos un grupo de cantores de gospel que llegó a ser bastante popular en la iglesia baptista de la ciudad de Meltonia aunque para un chico tan zascandil como Jimmy no se le antojó demasiado interesante continuar por ese camino. Tras pasar una temporada en otra población llamada Duncan, haciendo faenas agrícolas en la granja de uno de sus múltiples hermanos, decidió que había llegado el momento de emigrar al norte en busca de unas mejores perspectivas de futuro y con 16 años se marchó a Chicago donde residía otro de sus hermanos. Poco antes de finalizar la II Guerra Mundial fue movilizado aunque en un destino cómodo, en donde simultaneó sus comienzos en el abuso del alcohol con un aprendizaje mínimo en la lectura. Licenciado, retornó a Mississippi para casarse con Mary Lee «Mama» Reed, otra persona de indiscutible importancia en su vida musical.
Aquella mitad del siglo XX en un país industrializado y que abría sus ojos a un porvenir venturoso y lleno de vida a la vez que de soledad, pobreza y discriminación, nos muestran a Jimmy Reed trabajando en la industria del acero, en lenguaje llano, en una fundición, destino inexorable para muchos negros del sur con su mente puesta en un mundo nuevo de tolerancia y oportunidades, y el marchitar de sus esperanzas con el devenir del tiempo. Hay que tener la llama de la música dentro de la sangre para no ceder en el empeño y fue en 1950 cuando su hermano Tommy le ragaló una guitarra eléctrica y un amplificador, y así vemos a nuestro personaje en sus comienzos alternando su trabajo durante el día con el tocar blues por las noches, por diversión y por las copas, en tugurios, cervecerías, en fiestas caseras o en las esquinas de las calles, acompañado de un bajista que conoció en su búsqueda de un algo más en la música, llamado Willie Joe «Jody» Duncan. Reed explicaba en una entrevista a la revista Living Blues «Ya te digo, la gente llenaba el viejo sombrero de Jody con monedas de cinco, diez, veinticinco o cincuenta centavos, y hasta de dólar«.
Duncan desapareció y Reed continuó tocando con un combo que montó con el baterista Kansas City Red y el pianista Blind John Davis. También tocó con una pareja de grandes músicos, y desgraciadamente oscuros (no por el color de la piel sino por el desconocimiento hacia ellos) como eran John Brim, cantante y guitarrista, y su mujer Grace Brim, armonicista, cantante y baterista. Y en esos pequeños clubs del Southside conoció a un joven que le daba a los tambores en esos años en la banda de Big Daddy Kinsey llamado Albert Nelson, reconocido como uno de los más grandes músicos de blues de todos los tiempos con el apelativo de Albert King y con el que grabaría alguno de sus primeros éxitos. Cerca de donde vivía, se encontraba el club Jamboree en donde actuaba con su propio grupo su amigo de la infancia Eddie Taylor. En estos años fue cuando poco a poco Jimmy comenzó a aprender a tocar mejor la armónica. «Cogí una de esas armónicas Marine Band e intenté tocar como pude, no sabía lo que iba a suceder con esa armónica diabólica porque no había nadie que me enseñara.» explicó en Living Blues. Jimmy Reed, con un estilo más trabajado tras una temporada con Eddie Taylor, quiso ampliar sus miras y, ni corto ni perezoso, encaminó sus pasos al 750 East de la calle 49, donde estaban ese año las oficinas del sello Chess. Lo que sucedió, en palabras de Reed, fue que le intentaron imponer la guitarra de Muddy Waters y la armónica de Little Walter, cuando lo que pretendía Jimmy era tocar por sí mismo ambos instrumentos.
James Bracken y Vivian Carter habían fundado el sello Vee-Jay en 1953 en Gary, Indiana, donde esa temporada residía Jimmy Reed y después de las conversaciones de rigor se convirtió en el segundo fichaje que hizo la compañía inmediatamente después del grupo vocal The Spaniels. A mediados de 1953 se realizó la primera sesión con Reed que cuajó en dos singles, a nombre de Jimmy Reed and His Trio (John Brim a la guitarra y Albert King a la batería), «High and Lonesome» y «Roll and Rhumba» y el segundo «I Found My Baby» de cara A y «Jimmies Boogie», que no se vendieron mal. La segunda sesión fue a finales de 1954 con la inclusión afortunada de Eddie Taylor. El otro guitarrista fue John Littlejohn y Albert King se mantuvo a la batería. Así surgió «You Don’t Have To Go» con «Boogie In The Dark» de cara B. «You Don’t Have To Go» alcanzó enseguida el quinto puesto en las listas de R&B, ganándose la siguiente crítica de Cash Box:«Jimmy Reed está tocando de verdad cuando acomete este vigoroso blues lento con sentimiento y entusiasmo. Un disco convincente». Y esta fórmula, que no varió mucho de un disco a otro, siguió funcionando. John Lee Hooker, que ese mismo año firmó por Vee-Jay, dispuso de la compañía de Jimmy Reed y Eddie Taylor en algunos de los cortes que grabó, cortes que fueron «Unfriendly Woman», «Wheel and Deal», «Mambo Chillun» y «Time Is Marching». En 1956 Reed consiguió cuatro éxitos consecutivos mientras que Muddy Waters solo tuvo uno.
«Ain’t That Loving You Baby» llegó al puesto número 3 de las listas de R&B de la revista Billboard manteniéndose durante 11 semanas y «Can’t Stand To See You Go», «I Love You Baby» y «You’ve Got Me Dizzy» también se situaron entre los más vendidos. Al año siguiente lo mismo sucedió con «Little Rain» «Honest I Do» y «The Sun Is Shinning». Jim O’Neal relata en su capítulo «El resurgimiento del blues en los años 60» que «La música y las letras de Reed le convirtieron en el bluesman más accesible de todos, cantaba en un lenguaje llano, no sobre drogas, galerías de la muerte o celdas de castigo, sino en la mayoría de los casos sobre relaciones básicas entre hombres y mujeres» Y lo que es más increible es que el mismo Reed decía de sí mismo «Después de todo nunca llamé a ninguno de mis discos blues. Todos los demás denominaban al sonido que hacía blues. Pero yo siempre estuve satisfecho con mi estilo; no creía estar haciendo blues».
No perdamos de vista su fotografía más popular, retrato promocional que le hicieron cuando estaba en la cumbre de su carrera. Vemos a un Jimmy Reed sonriente y con la boca entreabierta enseñando los dientes, un algo ladeada. Su mirada se dirige a la cámara y está perfectamente trajeado calzando unos zapatos blancos, sentado en un cojín y con su pierna derecha recogida por debajo de la otra, sosteniendo la guitarra entre sus manos simulando unas notas musicales y el arnés con la armónica que parece que le sobresale de la corbata (arnés que un día de suerte encontró en un almacén, ya que utilizaba en sus comienzos un artefacto hecho a mano). En la parte de abajo del cojín se aprecian perfectamente unas cintas adhesivas como intentando cubrir su desgaste y su rotura. Humor negro sin duda.
Según confirmó Eddie Taylor en bastantes entrevistas, a mediados de los años 50 actuaban para audiencias mayoritariamente de blancos los cuales comenzaron a comprar sus discos. Varias de las canciones de Jimmy Reed fueron compuestas por «Mama» Reed si bien ahí no termina todo ya que en algunas de ellas, la buena esposa le tenía que susurrar al oído las canciones ¡en plena grabación! porque Jimmy olvidaba las letras. Dos ejemplos claros están en «Big Boss Man» y «Bright Lights Big City» de 1961. El susurro de «Mama» Reed se escucha con bastante nitidez en la última palabra de cada línea.
You got me working, boss man
Me haces trabajar, gran jefe
Working ‘round the clock
Trabajar por todo el planeta
I want me a drink of water
Solo quiero un trago de agua
You won’t let me stop
Pero no me vas a dejar que pare
You big boss man
Eh, gran jefe
Can you hear me when I call?
¿Me escuchas cuando hablo?
Oh, you ain’t so big
No, no eres tan grande
You just tall, that’s all
Solo eres alto, eso es todo
(Big Boss Man)
I’d tried to tell the woman
He intentado hablarle a esta mujer
But she doesn’t believe a word I said
Pero no me cree una palabra de lo que la digo
Go light pretty baby…
Lárgate, encanto…
Gonna need my help some day
Algún día necesitarás de mi ayuda
It’s all right pretty baby…
No pasa nada, encanto…
Gonna need my help some day
Algún día necesitarás de mi ayuda
You’re gonna wish you listened
Desearás haber escuchado
To some of those things I said
Algo de lo que yo te decía
(Bright Lights Big City)
Eddie Taylor más de una vez relató, tal vez con cierta contumacia, cómo se sentaba en el estudio delante de Reed para decirle cuándo empezar a cantar o tocar la armónica. En la misma entrevista en Living Blues, Jimmy Reed reconocía que: «Solía estar tan achispado y tan echo polvo por el whiskey y toda esa basura, tío, que todo lo más que atisbaba era mi instrumento y el pensar sobre lo que tenía que hacer a continuación». Como ayuda para sus giras y con el objetivo de mantenerle medianamente sobrio, ya que su afición al alcohol estaba fuera de control, contrató a Al Smith como su «road manager», el cual con el paso del tiempo adquirió más relevancia al convertirse también en su agente y en compositor de algunos de sus temas. Los comienzos de los años 60 eran las fechas del despegue de la música beat y el rock & roll en Inglaterra y cuando Reed visitó las islas en 1963 fue recibido como un gran personaje y como una de las mayores influencias de los músicos británicos, apareciendo incluso en un show de música pop que emitía la BBC llamado «Ready, Steady Go». Grupos como Animals, Them, Rolling Stones, Kinks o Pretty Things habían grabado versiones de sus temas. Fue en ese mismo año cuando grabó otra obra suya, «Shame, Shame, Shame», que no alcanzó lo más alto de las listas pero que obtuvo posteriormente un merecido reconocimiento.
Sobre esos años 60 Rod Piazza relataba en una entrevista una anécdota, con unos tintes un tanto más entrañables, relacionada con Reed: «En mis comienzos yo tocaba la guitarra acústica y tenía un hermano diez años mayor que yo. Una vez me llevó a ver una actuación de Jimmy Reed. Apenas quedaba público en el club y fuimos al «backstage». Mi hermano le dijo que yo estaba intentando aprender a tocar la guitarra. Jimmy Reed respondió, bueno, tú deberías intentar también tocar la armónica. Y me regaló una de sus viejas armónicas, pero yo no hice caso a este instrumento hasta que tuve unos 16 años y empecé a escuchar a Little Walter, Sonny Boy Williamson, George Smith, Junior Wells y James Cotton«.
De regreso a los Estados Unidos se fue dando cuenta que sus días de gloria estaban declinando. Piezas como «I’m Going Upside Your Head» o «The Man Down There» ya no encontraban el mismo entusiasmo del público. En 1965 Vee-Jay tuvo que cerrar por problemas financieros al poco de haber visto la luz su último single, «Don’t Think I’m Through». Además se produjo su ruptura con Eddie Taylor que ya estaba cansado de su afición a la botella y quería emprender su carrera en solitario. Tuvo un éxito menor al año siguiente con «Knocking At Your Door» que grabó con el sello Exodus. Al Smith le consiguió un contrato con ABC – Bluesway, que le produjo algunos álbumes que no se vendieron mal gracias también a una agresiva campaña de marketing, pero su música ya no era la misma, había perdido el carácter y el encanto que conformaban sus primeras grabaciones. El primero de esos discos para ABC se publicó en España en la colección El Camino del Blues – Volumen 3, con el título «The New Jimmy Reed Album». Jimmy estaba acompañado por tres guitarristas más, uno de sus hijos, Jimmy Reed Jr., William Lefty Bates que era uno de los músicos de estudio de Vee-Jay y tremendamente versátil, y un tercer guitarrista del que aún no he descubierto su identidad (si alguien lo sabe que nos lo comunique). Según las notas de Sheldon Harris en la parte trasera del LP: «La cara A tiene cuatro guitarristas: Jimmy Reed, Jimmy Reed Jr., William «Lefty» Bates y otro más cuyo contrato nos prohíbe mencionarlo…» ¿Que el disco es malo? No, en absoluto, es un trabajo bastante digno, correcto y tal vez de lo mejor de su última etapa. ¿Suena igual que a sus discos de años atrás, cuando estaba en la cresta de la ola? No, no suena exactamente igual, ya no estaba Taylor. Es un simple problema de comparación. La reseña escrita por Sheldon Harris para este album parece en algún momento contradictoria y voy a reproducir exactamente unas cuantas líneas: «Por naturaleza Reed es un hombre tranquilo y reflexivo. Y rodeado de sus músicos favoritos se nos muestra aquí de una extraña forma…» Más adelante escribe «Reed es relativamente joven comparado con el resto de bluesmen famosos….Y su reciente enfermedad ha influído un poco en él.» A continuación deja hablar a Al Smith «Trabajamos duro en las partes rítmicas. En este album cada instrumento está haciendo algo diferente. Es difícil compaginar cuatro guitarras. Jimmy y yo trabajamos siete u ocho años en las giras para lograr este sonido. Pero, ¿qué es lo que piensa Jimmy Reed? Hay algo diferente en ello – dice- Solo deseo que mi ritmo y mi sonido sean algo que la gente pueda sentir……..Mama Reed salta rápidamente en este punto: Es el LP más grande que Jimmy haya hecho jamás……» Y concluye Sheldon,«Definitivamente, Jimmy Reed es un enigma en este salvaje mundo moderno»
La realidad es que sus problemas con la bebida empeoraban. Cuenta una anécdota que en cierta ocasión traspasó las puertas que comunicaban con los camerinos de las artistas del Teatro Apolo de Harlem y se orinó en el vestido de una de ellas. En 1968 hizo una gira por Europa. Las consecuencias fueron desastrosas. Era un músico en su declive que se tambaleaba y no se aguantaba de pie, olvidaba las letras de las canciones, y hasta se derrumbó, al ir saludar, en su actuación en el American Folk Blues Festival. En 1969 fue forzado a ingresar en un hospital y someterse a una cura de desintoxicación. Tras esa etapa logró dejar la bebida pero su salud se había ido deteriorando, juntándose con más problemas personales como fue su ruptura con Al Smith y también con Mama Reed. Prácticamente los últimos tres años de su vida los pasó tremendamente amargado, más contra la industria musical que contra sí mismo, ya que no recibió nunca royalties por sus canciones a pesar de haber sido interpretadas y grabadas, aún estando en vida, por músicos como The Rolling Stones o Elvis Presley, de quien no se puede decir que vivan o vivieran con una mano delante y otra detrás. En 1976 falleció en Oakland el 29 de agosto. No había cumplido aún los 51 años. Cuatro años después fue incluído en la Blues Foundation’s Hall of Fame y en 1991, en el Rock & Roll Hall of Fame.
Jimmy Reed fue un músico que influyó en numerosos artistas, incluso de la música pop, y a pesar de todas sus inconsistencias y turbulencias musicales y cotidianas, nos quedamos con su música, con lo que representó y con lo que nos ha marcado en algún momento de nuestras vidas, él o sus versiones en manos de otros, unos otros que han sido, sin lugar a dudas, muy numerosos. Y me atrevería a asegurar que si coges al azar 10 discos de blues, al menos en uno de ellos hay una versión de algún tema de Jimmy Reed. Ese ha sido su legado a la historia del blues.
Notas
Al Smith era bajista y fue el líder de la banda de estudio que utilizaba Vee-Jay. A la luz de algunos documentos, parece que los músicos se burlaban de su poca destreza musical ya que le tenían que afinar el instrumento. Sin embargo era respetado por su capacidad y habilidad para contratar y negociar giras y actuaciones. También era el encargado de los ensayos y de preparar las sesiones de grabación.
Sheldon Harris es un cronista del blues y del jazz con una amplia documentación sobre estas músicas y autor de «Blues Who’s Who: A Biographical Dictionary of Blues Singers»
Cualquier error en la traducción de las estrofas de Big Boss Man y Bright Lights Big City es exclusivamente mío.
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