SUE FOLEY, una canadiense, y el californiano CARLOS GUITARLOS hacen un blues que se puede escuchar gracias a que algunas discográficas editan discos para un mercado minoritario. Así, en forma de cedé grabado, se puede disfrutar del “NEW USED CAR” de Foley y del “HELL CAN WAIT” de Guitarlos.

Nació en Ottawa, Canada, y proviene de una familia de larga tradición musical. En un principio, Sue, fue una mujer muy aficionada a las canciones de origen céltico que cantaba en los circuitos de escucha cultureta y algunos clubs de Vancouver, su tierra. Hasta que su voz se dio de cara en el garito del difunto Clifford Antone, en Austin, ya saben, Texas. Se comentaba que después de escucharla en vivo (lo publicó Billboard), el personal se quedaba pasmado. Se publicaron dos discos de Foley: “Without A Warning” y “Big City Blues” en 1993 y 1995 respectivamente. La prensa especializada estadounidense, enunciaba las críticas de Foley como la de una cantante y compositora con ecos de Earl Hooker, Bessie Smith, Muddy Waters y un “algo” guitarrero que recordaba a T-Bone Walker. No están nada mal esos piropos blueseros, si vienen de gente que sabe del género, el del blues, sin duda. En 1996 hizo un disco de autora, con su propio estilo. “Walk In The Sun” sobrepasó las fronteras del blues, era el año del cambio, o de volver al comienzo. Y así fue. Después hizo el álbum “Love Comin´ Down”, y en 2005 participó en la gran fiesta bluesera del famoso doble compacto titulado “Blues Guitar Women”.

Cómo no, la amistad que le unía a Antone, su pequeño sello discográfico y su club, produjo en ella un profundo cambio. Hacía lo que quería con su música. Escribía e interpretaba blues de raíces y folk tal y como ella lo entendía, sin despreciar el rock. Después de su experiencia en clubes nocturnos, por entonces ya casada y con un hijo, Sue dio un importante giro a su carrera. Tal y como dijo en una entrevista: “el mundo necesita conocer, y para conocer debe escuchar a las mujeres que necesitan ser oídas… así todos, los unos a las otras, ellas a ellos…”. Sabio decir, digo.

Bien. Ahora, en 2006 y hace poco tiempo, Sue Foley pone en los tocatas de quien quiera oirla su último disco, una belleza bluesera titulada “NEW USED CAR”. Entre otras cosas, esta mujer dice que: “I wanna be your Cadillac/Leave tracks up and down your back/You know I need a little fluid baby I can really do it/You know I won’t left you down/Go round and around and around…”.

Unos versos que podrían haber estado en la garganta de Memphis Minnie.

Foley utiliza, con mucho arte, su voz y su guitarra acústica en algunas canciones para contarnos la tragedia sentimental de un amor no correspondido. Muestra de lo dicho es “Long Tomorrow”, un ejemplo más que perfecto de la maestría lírica y musical de esta mujer.

Cambiando de aires, lejanos de tierras aunque cercanos al blues, Guitarlos con su disco “HELL CAN WAIT”, no se queda ni atrás ni adelante de la Foley. Simplemente es otra cosa, muy buena, tan buena como la anterior. CARLOS GUITARLOS, leyenda bluesera en L.A. (Los Angeles, para neófitos), nos pone los pelos como pinchos en coplas como “Shake My Blue”. Después de luchar contra las secuelas de un ataque casi fatal a su corazón, Carlos se lanza de nuevo a la calle, un lugar que nunca dejó, con su segunda grabación en la que le acompaña gente tan importante como Gene Taylor (un hombre que estaba en la sombra de los Canned Heat) y Marcy Levy, un músico “pegado” a la sintonía de Eric Clapton en estudio y en conciertos. A pesar de esa buena compañía, el blues, el boggie se redescubren en el hacer de Guitarlos. Este hombre maneja la música de raíces con soltura, sin impostaciones ni amaneramientos. Tanto el Cajun como el sonido del blues de Big Joe Turner en “Shake Up My Baby”, le sirven a modo de caminos expresivos de su sentir musical. Es decir, tocado e interpretado por él, todo el abanico de músicas que se encuentra entre ambos estilos sureños suena familiar, cercano. Diferentes músicas para un buen músico.

Lo dicho. Una canadiense y un californiano, ambos de raza pálida, nos ponen al día, a la hora, con su buen blues.

Trully